Nunca Galicia
comercializó un producto con tanto éxito. Aunque ahora parezca una pesadilla
lejana, en los años 90, el 80 por ciento de la cocaína desembarcaba en Europa
por las costas gallegas. Aparte de su privilegiada posición geográfica, Galicia
disponía de todos los ingredientes necesarios para convertirse en una «nueva
Sicilia»: atraso económico, una centenaria tradición de contrabando por tierra,
mar y ría, y un clima de admiración y tolerancia hacia una cultura delictiva
heredada de la época de los «inofensivos» y «benefactores» capos del tabaco.
Los clanes, poderosos y herméticos, crecieron en un clima de impunidad
afianzada gracias a la desidia (cuando no complicidad) de la clase política y
de las fuerzas de seguridad. De todo esto nos habla Nacho Carretero en su libro
“Fariña. Historia e indiscreciones del narcotráfico en Galicia”.